Poblado de Colonización de Vegaviana.
José Luis Fernández del Amo. Vegaviana, Cáceres. 1954-1959.
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RESUMEN
El presente trabajo recoge los cambios que se han producido durante los últimos 60 años en el Poblado de Colonización de Vegaviana (Cáceres, 1958) desde su construcción como viviendas para colonos –procedentes de distintas zonas de Extremadura para trabajar las parcelas asignadas por el Instituto Nacional de Colonización, INC–, a su morfología actual.
El tiempo adquiere un papel protagonista, pero a diferencia de los proyectos experimentales de vivienda que incluían el tiempo como parámetro de diseño al plantear el futuro crecimiento, evolución o modificación de las viviendas originales, el Poblado de Colonización de Vegaviana se proyectó por completo, terminado y sin considerar o tener en cuenta futuras ampliaciones o crecimientos.
Por lo tanto, el caso de estudio es un ejemplo de desarrollo no previsto donde el arquitecto no contempló un crecimiento futuro o modificación de su diseño original. Y a través del estudio de esta evolución del tejido urbano se pretende atisbar los cambios económicos, sociales o políticas, así como la importancia que este Poblado ha tenido en el imaginario colectivo.
Esta investigación surge del interés por aquella tierra que actualmente denominamos como la España vacía, es decir, aquellas grandes extensiones de terrenos del interior de la península, alejados de las costas y en general, escasamente poblada y con una densidad de habitantes muy reducida.
Estas condiciones de la España vaciada son muy asimilables a las acaecidas en la sociedad de posguerra, pues tras la Guerra Civil española (1936-1939), aparece un país empobrecido y devastado que apenas alcanza a satisfacer las necesidades mínimas de sustento de su población. Es aquí cuando surgen los planes de colonización desarrollados por el Instituto Nacional de Colonización y muy vinculados con la reforma de la agricultura planteada por la República y que se orientaban al riego y la regulación de los recursos del agua.
Otro de los intereses a la hora de abordar este trabajo reside en la arquitectura moderna desarrollada en los Poblados de colonización, muchas veces modificada desde actividades espontáneas no canónicas ni cultas que han distorsionado su imagen recogida en el imaginario colectivo. Pero en el caso de Vegaviana esta distorsión no se produce tanto en su imagen extramuros –con excepción de las chimeneas- como en la intramuros. Tal vez influye su inclusión desde el año 2014 en la candidatura a bien de interés cultural.
Este trabajo tiene como objeto discernir qué papel toma la arquitectura como herramienta para evitar o revertir el éxodo rural. Comprobar si el Poblado, construido con el fin de satisfacer las necesidades mínimas de sustento de la población, puede aportar unas claves que permitan solucionar el problema de la España vaciada actual.
Otro de los objetivos del trabajo consiste en analizar qué carácter puede tener los imaginarios colectivos en la permanencia de estas arquitecturas, ya que el caso de Vegaviana es uno de los Poblados de Colonización que menos se ha modificado a lo largo del tiempo, o por lo menos su imagen exterior.
También se presentará documentación de producción propia que recoge los cambios que se han producido durante los últimos 60 años en el Poblado de Colonización de Vegaviana (1958) desde su construcción como viviendas para colonos –procedentes de distintas zonas de Extremadura para trabajar las parcelas asignadas por el Instituto Nacional de Colonización, INC–, a su morfología actual (2021). Con el fin de mostrar el papel protagonista del tiempo, que pese a que el Poblado de Vegaviana se proyectó por completo, terminado y sin considerar o tener en cuenta futuras ampliaciones o crecimientos, vemos como se ha transformado parte del proyecto original.
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METODOLOGÍA
El trabajo se compone de 3 partes. Una primera parte teórica que recoge el estado de la cuestión apoyado en una bibliografía concreta sobre el Poblado de Colonización de Vegaviana (ver bibliografía).
Una segunda parte descriptiva y analítica. Se desarrolla un redibujado desde el plan original de 1958 hasta el estado actual –2021–, pasando por las distintas etapas intermedias, que posteriormente serán analizados y descritos. Se parte de los planos y las fotografías originales del proyecto recogido en el Archivo de Fernández del Amo para levantar los planos del estado original. Para los planos del estado actual se emplean Google Map, Google Street View y fotografías presentes en la red; así como el uso de la plataforma del Catastro virtual –que nos permite determinar las fechas de la construcción de los edificios del nuevo desarrollo urbano–. También se emplean los planos recogidos en el Planeamiento general de Moraleja –pues hasta el 2009, Vegaviana no fue considerado como municipio independiente de Moraleja–.
Y una tercera parte más crítica que emplea la comparación del caso de Vegaviana (Cáceres, 1954) con otros dos Poblados de Colonización elaborados por José Luis Fernández del Amo: el poblado de Belvis del Jarama (Madrid, 1951) y El Realengo (Alicante, 1957). Este paralelismo se llevará a cabo mediante la comparación de normativas urbanísticas, fotografías o cualquier otra tipo de documentación que permita desarrollar una valoración respecto a distintos temas acaecidos en los poblados: los imaginarios y las normativas, y cómo influyen en la no alteración de la imagen exterior de las edificaciones.
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- INTRODUCCIÓN
1.1. Instituto Nacional de Colonización
El Instituto Nacional de Colonización fue creado en octubre de 1939 en un contexto de posguerra. Es un organismo dependiente del Ministerio de Agricultura que desarrolló su actividad en las décadas de loa años cuarenta, cincuenta y sesenta hasta 1971 para dar lugar al Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA).
Los objetivos del INC consistían en ampliar la superficie de terreno cultivable mediante la creación de regadíos en amplias zonas improductivas del territorio. Así como asentar y controlar a la población campesina en territorios despoblados y evitar el éxodo rural.
El marco estratégico que permitió este desarrollo fue la política hidrológica de construcción de pantanos y presas desarrollada en las principales cuencas fluviales del territorio nacional.
Los colonos desplazados a estos poblados eran de orígenes cercanos y próximos al área de asentamiento. Se trataba de una colonización voluntaria entre humildes familias numerosas y con ‘buena conducta’. Accedían a la vivienda tras una subasta pública e iniciaban un primer periodo de cinco años denominado ‘tutela’. La adaptación a las nuevas actividades no siempre se conseguía por la dureza del trabajo en el campo. Por esta razón, los ocupantes no podían efectuar modificaciones o alteraciones en las casas y las propiedades hasta que el asentamiento era definitivo. Además, las familias de colonos, tras cuarenta años de trabajo, amortizarían los préstamos y llegarían a convertirse en propietarios.
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1.2. José Luis Fernández del Amo
No es posible hablar de Vegaviana sin destacar la figura de José Luis Fernández del Amo (Madrid, 1914-1995). El arquitecto que desarrolló dicho poblado de colonización junto a trece más de ellos de los aproximadamente trescientos poblados que promueve el Instituto Nacional de Colonización a lo largo de su historia –entre los años 1947 y 1967–.
La arquitectura que desarrolla se caracteriza por el despojamiento de elementos innecesarios como cornisas o recercados para remarcar la desnudez de los muros. Y se caracteriza por la cuidada composición de las volumetrías y los alzados, así como el juego de los faldones de las cubiertas. Sus muros se caracterizan por las texturas que aportan las técnicas constructivas de mampostería propias de la zona: el uso de lajas de pizarra a los que aplica una capa de cal, aportando ese color blanquecino habitual en su arquitectura.
La obra de José Luis Fernández del Amo se recoge en la tesis doctoral de Miguel Centellas Soler con el nombre de “Los pueblos de colonización de Fernández del Amo. Arte, arquitectura y urbanismo” donde analiza los doce poblados de colonización elaborados por el autor desde el análisis del modo de interpretar la arquitectura popular, la utilización de materiales autóctonos y la esencialización con la que se acercó a las soluciones arquitectónicas, libre de formalismos, que hacen de sus pueblos los más importantes de la colonización franquista.
Además, gran parte de la obra de Fernández del Amo, entre ellos el Poblado de Vegaviana, se recoge en la Fundación Docomomo Ibérico, es decir, una fundación fundada en la década de 1990 que se dedica a la documentación y difusión de la arquitectura del Movimiento Moderno en la península ibérica.
También hay que destacar los homenajes que el arquitecto ha recibido en el municipio. Ya sea dando el nombre a la plaza principal del pueblo donde se encuentra el Ayuntamiento y la Iglesia –Plaza Fernández del Amo.– Así como el homenaje que se le realizó en las fiestas de Vegaviana de 1990.
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1.3. Poblado de Colonización de Vegaviana
Vegaviana se incluye en el plan general de colonización en la zona regable del Pantano del Borbollón, al norte de la provincia de Cáceres, próximo al municipio de Moraleja, que supone una superficie total de 27.5 hectáreas.
El terreno donde se ubica –prácticamente llano– es un encinar y alcornocal con una vegetación baja de jaras, tomillo, jaramago y retama que el proyecto conservó. Contiene 232 viviendas de colonos y sus dependencias agrícolas, 60 viviendas de obreros (finalmente se construyeron 176 viviendas de colonos y 36 viviendas de obreros), Ayuntamiento, edificio social, artesanías y comercio con sus viviendas, posada y bar, escuelas, viviendas para maestros, iglesia con local de Acción Católica y casa rectoral, hermandad sindical y cooperativa.
Los límites de población están fijados por las unidades de explotación de la zona. En el proyecto original, una ronda perimetral circunvalaba al pueblo y se separaban las circulaciones de modo que animales y carros transitan sólo por las calles previstas y por el interior de las manzanas se realiza el acceso a las viviendas con el fin de mantener la vegetación existente.
En el centro del poblado se disponen los edificios públicos, a lo largo de una de las calles transversales que, al cruzarse con la de acceso, forman la plaza en la que se sitúan los edificios más importantes: la iglesia y el ayuntamiento, que se articulan mediante un porche en forma de L y en cuyo vértice se unen las artesanías, la vivienda del médico y la clínica. Al este de este eje más público se ubica el edificio social, y hacia el oeste las escuelas. Estos edificios, al igual que las viviendas, quedan rodeados por la vegetación existente.
Todas las viviendas del proyecto original comprenden un solar mínimo de 30 x 100 metros para corral de labor, dependencias agrícolas, cuadras, viviendas y patio familiar. Las viviendas se orientan hacia las zonas interiores donde se mantuvieron las arboledas originales.
Toda la documentación referente a Vegaviana se recoge en el artículo publicado por el propio autor en la Revista Nacional de Arquitectura nº202 de 1958 –ver las páginas siguientes–, así como en los Paneles presentados en el Congreso de la UIA de 1958 celebrado en Moscú. Además se recoge la documentación en el archivo personal del arquitecto –accesible desde su página web–.T ambién destaca el reportaje del Noticiario Cinematográfico Español, NO-DO que muestra el Poblado de Vegaviana en el nº847.
Siendo más reciente la publicación elaborada por Ana Amado y Andrés Patiño, Habitar el agua: la colonización en la España del siglo XX que busca visibilizar la labor del Instituto Nacional de Colonización desarrollada en las décadas de 1940, 1952 y 1960, y que supone uno de los principales movimientos migratorios interiores de la España del siglo XX. Los autores de esta publicación han visitado y fotografiado más de 30 poblados diseminados por las distintas cuencas hidrográficas españolas, documentando la huella de la arquitectura y el paso del tiempo en estos lugares a través de la fotografía.
1.4. El legado Kindel
Joaquín del Palacio, (Madrid 1905-1989). Hijo del pintor Manuel del Palacio, fotógrafo que desarrolló su actividad entre los años 1940 y 1980 recorriendo varios lugares de la geografía española, en una España rústica y devastada por la Guerra Civil. Durante estas décadas capturó las instantáneas del folclore, arquitectura popular, monumentos o paisajes del territorio español.
La mayoría de su labor la realizó para la Dirección General de Regiones Devastadas, donde su obra muestra un fuerte carácter social y dramático. Posteriormente trabajó para la Dirección General de Turismo. También destaca su colaboración con varios arquitectos de la época, tales como Coderch, Fernández del Amo, Alejandro de la Sota. Luis Martínez-Feduchi Ruiz, etc.
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2. ANÁLISIS TEMPORAL
2.1. Núcleo primitivo. 1959
El conjunto arquitectónico de Vegaviana fue obra del arquitecto José Luis Fernández del Amo en colaboración con Genaro Rodríguez de la Delegación de Cáceres a principio de 1954, realizándose las obras entre 1954 y 1959. La primera imagen [Fig.08] muestra el proyecto original elaborado por el estudio en el año 1954 recogido en el Archivo personal del arquitecto.
Destaca la ronda perimetral que circunvala el poblado. Como ya se comentó anteriormente, el proyecto establece una separación en las circulaciones, de modo que los animales y los carros transitan sólo por las calles previstas para ello mientras que por el interior de las manzanas se produce el acceso a las viviendas. Esta decisión permitió mantener, en la medida de lo posible, la vegetación existente.
En el centro de la propuesta destaca un eje que contiene los edificios públicos. Este eje se cruza perpendicularmente con el camino de acceso al poblado y en cuya intersección se encuentra la plaza en la que se sitúan los edificios más importantes: la iglesia y el ayuntamiento, que se articulan mediante un porche en forma de L en cuyo vértice se unen las artesanías, la vivienda del médico y la clínica.
El proyecto inicial contemplaba la construcción de 130 viviendas para colonos y 60 para obreros, más todos los edificios públicos. El INC consideró que el coste era excesivo y se redujo la superficie. En marzo de 1955, se presentaron los planos modificados y se aprobó definitivamente. Tras las correcciones, el pueblo estaba compuesto por 176 viviendas de colonos con un solar mínimo de 30 por 10 metros cuadrados, incluyendo corral y dependencias agrícolas, y 36 para obreros.
En el plano redibujado del estado original del poblado [Fig. 09] se aprecia cómo no se llega a construir el proyecto original por completo –esto se aprecia a través de las fotografías mostradas en el artículo publicado tras su construcción–. Quedando sin colmatar el espacio incluido en la ronda perimetral que bordea el proyecto original. Ya sea los bloques situados en la zona sur, suroeste o norte, así como el centro social situado en el eje de los edificios públicos.
Las fachadas principales de las casas se abren a seis grandes y espaciosas plazas de encinas y alcornoques: Plaza de la Jara (actualmente, de José Luis Fernández del Amo), Plaza de los Artesanos, Plaza de la Montaña, Plaza de la Isla, Plaza del Golfo, Plaza del Lago; así como a estrechas veredas de pizarra.
2.2. Colmatación del ámbito original.
En los años 80 y 90, y principios de los 2000, se produce una colmatación de los espacios que faltaban por completar en el proyecto original [Fig. 10], aunque con tipologías totalmente distintas y sin el carácter culto de las construcciones originales. Estas nuevas edificaciones ya no emplean la técnica tradicional de lajas de pizarra, sino que emplean el ladrillo sobre los que aplica una capa de cal, aportando ese color blanquecino presentes en el poblado –simplemente pierden la textura característica de las construcciones existentes–. Se introducen cuatro nuevas tipologías de viviendas.
2.3. Ampliación del suelo urbano.
A partir del año 1995 se empiezan a desarrollar los primeros proyectos fuera del ámbito original del proyecto [Fig. 11]. En la década de los 90 se desarrollan promociones inmobiliarias en la zona norte del municipio. En los años 2000 se produce una expansión urbana en la zona noroeste. Siendo la mayor y última ampliación acaecida en el municipio.
El pueblo ha crecido mucho con nuevas construcciones, gracias a las promociones de viviendas sociales de la Junta de Extremadura y a la iniciativa privada, aunque estas casas ya no se han construido con pizarra sino con ladrillo y las fachadas han persistido la rugosidad tan característica, siendo todas sus paredes lisas, aunque conservan el enjalbegado blanco característico del pueblo.
2.4. Colmatación de las parcelas originales.
Tras los cuarenta años de trabajo en el poblado, las familias de colonos amortizaban sus préstamos y llegaban a convertirse en propietarios. Es cuando pueden realizar modificaciones en las parcelas y construcciones existentes [Fig. 12]. La titularidad pasa del estado a manos privadas. El usuario adquiere la propiedad y la libertad de realizar los cambios que considere oportuno, siempre dentro de la normativa vigente [Normas urbanísticas de Planeamiento General de Moraleja, del año 2001].
El estado actual del poblado [Fig. 13] destaca por cómo ha disminuido el número de habitantes del municipio reduciéndose por cuatro –de 4230 hab. A 870 hab.– mientras que el número de viviendas se ha duplicando –de 205 viviendas en 1959 a 433 viviendas en 2021– lo que da lugar a un aumento de doce veces la relación entre la superficie construida y el número de habitantes.
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3. RELACIÓN DE ESCALAS
Las construcciones del Poblado, así como las modificaciones acaecidas durante el paso del tiempo, se pueden entender a distintas escalas, desde las unidades tipológicas a la más urbana:
3.1. S. Viviendas de colonos y obreros
El proyecto original plantea la construcción de 5 tipologías de viviendas para colonos y un tipo como viviendas para obreros –sin contabilizar la vivienda para 12 obreros que se recoge en el siguiente apartado–. Todas las construcciones son viviendas unifamiliares, incluyendo el corral y la dependencia agrícola, que se inscriben en un solar mínimo de 10 x 30 metros, de las que se levantaron un total de 176 viviendas para colonos y 36 viviendas para obreros.
A continuación se muestran las tipologías presentes en el Poblado con las correspondientes modificaciones producidas en dichas tipologías, que por lo general incorpora una techumbre para el coche y una edificación de dos plantas como ampliación de la vivienda, y siempre cumpliendo la correspondiente normativa urbanística y eliminando cualquier intervención de carácter espontáneo.
3.2. M. Clúster como pieza singular
Esta tipología de vivienda para obreros se agrupa en pequeñas manzanas de 12 unidades por lo general. Se sitúan en el interior de los grandes espacios dejados por las viviendas de los colonos y su correspondiente viario. Se agrupan de 4 en 4, y en las medianeras, aparecen 2 similares, giradas 90º y otras dos se desarrollan en dos plantas. El volumen de la vivienda tipo es un prisma cubierto a una o dos aguas, en el que sobresalen las chimeneas y conos recercados a modo de porche, que comprenden la puerta de acceso y la ventana del comedor. Son mucho más pequeñas que las de los colonos, con una superficie de 45 metros cuadrados, distribuidas en una o dos plantas, con comedor-estar, cocina, dos o tres dormitorios y patio interior.
Destaca como estos elementos han evolucionado en el tiempo, perdiendo el elemento singular de la construcción –las chimeneas–, así como la densificación de los patios interiores.
3.3. L. Viviendas unifamiliares en hilera
Todas las viviendas unifamiliares se encuentran agrupadas en hileras, ya sean alineadas de forma estricta o desfasada un metro con respecto a su contigua. Las agrupaciones son de cuatro unidades mínimo y diez unidades máximo en las hileras con ambas salidas en los extremos menores –acceso vivienda principal y acceso a las dependencias agrícolas–; y de 12 unidades mínimo y de 20 máximo en las agrupaciones de un único acceso a las viviendas.
A continuación se muestra un ejemplo en hilera de vivienda –en este caso, las viviendas para colones Tipo C–.
3.4. X. Escala urbana
Se muestra la evolución del poblado en escala urbana a través de una axonometría que recoge las distintas etapas evolutivas; desde el proyecto que se construyó en 1959 hasta el estado actual –2021–. En rojo se muestras las modificaciones producidas en las distintas etapas.
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4. CRÍTICA
A continuación se analizan distintos aspectos que nos permitan discernir qué papel toma la arquitectura como herramienta para evitar o revertir el éxodo rural. Así como el papel que puede tener los imaginarios colectivos en la permanencia de estas arquitecturas, pues el caso de Vegaviana es uno de los Poblados de Colonización que menos se ha modificado a lo largo del tiempo, o por lo menos su imagen exterior.
Para ello se realizará una comparación con otros dos proyectos elaborados por José Luis Fernández del Amo: Belvis del Jarama, levantado en Madrid en el año 1951; y el Realengo construido en Alicante en el año 1957, con la normativa y la fotografía como documentos de comparación.
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4.1. Arquitectura de autor frente a genérica
Con estos tres casos se aprecia cómo dependiendo de la rigidez de la norma se ha mantenido un mayor o menor respeto con la obra original y no tanto por el hecho de ser una obra de cierto valor arquitectónico.
4.2. La protección de vistas
La prevalencia de la imagen global del poblado no depende tanto de la influencia que las fotografías de la época de su construcción han tenido en el imaginario colectivo, si no por el establecimiento de una normativa que regule dichas modificaciones o variaciones que se producen a lo largo del tiempo y que conserven siempre el planteamiento del proyecto original.
Aún así, las fotografías se convierten en una documentación clave para saber el estado original de las construcciones, permitiendo recuperar su estado previo a las modificaciones desarrolladas a lo largo del tiempo de forma espontánea.
4.3. Cambio del sistema productivo. La entrada del coche
La distribución original del programa de las viviendas es claramente inadecuada, por lo que las construcciones presentan pequeñas modificaciones del proyecto original con el objetivo de responder a las evidentes exigencias actuales.
Un primer ejemplo tiene que ver con el cambio del sistema productivo. Uno que no depende ya de una economía agrícola extensiva, es decir, que ya no requiere de aperos de labranza, pues se ha sustituido por maquinaria que permite una producción más intensiva. Es por ello que ya no es necesario almacenar, en las dependencias de las viviendas, los utensilios agrícolas, pues estos se guardan en almacenes próximos a los campos de cultivo. Lo mismo ocurre con el espacio reservado para acoger una cuadra y un granero, que en la mayoría de los casos no se usa para tales fines. Hoy en día han sido cerrados, y en la mayoría de los casos para incorporarlo al programa de la vivienda principal, o para cubrir necesidades propias de la época en la que vivimos –garajes, trasteros, almacenes, etc.
La entrada del coche en el panorama rural implicó la colocación de una serie de construcciones en las parcelas para albergarlos, aprovechando la antigua entrada para el ganado y las herramientas de labranza, conectada a los caminos principales del poblado. Esta actuación evitó que el espacio público se viese invadido por el transporte privado, respetando la vegetación existente en los poblados –como en el caso de Vegaviana– o por la falta de espacio público –como en el caso de Belvis del Jarama–. También se levantaron, por lo general, nuevas construcciones de uso residencial para completar el reducido tamaño de las viviendas, siempre respetando las condiciones estéticas, tanto en el tratamiento de fachadas, cubiertas, huecos y demás elementos visibles desde el exterior, con materiales y acabados similares a los empleados en la construcción original; y manteniendo la altura de dos plantas dados por la altura máxima existente en el proyecto original.
Por lo general, en los tres casos vemos como la arquitectura ha tenido que adaptarse a los cambios acaecidos en el tiempo. Pero esta integración se ha llevado a cabo en distintos grados, desde el máximo respeto al proyecto original, como en el caso de Vegaviana o desde el mínimo respeto como en el caso de El Realengo; pero como hemos visto en los puntos anteriores, la normativa juega un papel importante en las tareas de recuperación del proyecto arquitectónico original.
4.4. El éxodo rural
A continuación se compara los datos de habitantes de los distintos poblados, prestando atención al número de población actual y al número de habitantes en sus primeros años de desarrollo urbano:
Vegaviana (1969): (Total:4230) En 1969 – (Total: 864) En 2019
Belvis del Jarama (1951): (Total: 650) en 1954 – (Total: 320) en 2017
El Realengo (1957): (Total: 1233) en 1953 – (Total: 307) en 2020
Vemos como en todos los casos, la población se ha reducido significantemente, incluso más de la mitad. Por lo que queda claro que la arquitectura, aunque sea de autor, no evita el éxodo de la población rural, así como una inversión inicial que no se continúa en el tiempo no incentiva esa permanencia.
Además, la sociedad española inició un periodo del hundimiento de la tasa de fecundidad a partir de la década de los 70, por lo que las grandes familias que se instalaron en los poblados de colonización fueron aumentando la edad media sin incrementarse los nuevos nacimientos, provocando una pérdida significante de la población –pasando de familias numerosas a familias que apenas llegar a dos hijos–.
También hay que sumarle el éxodo de la población joven a las grandes ciudades o a los municipios costeros, en busca de mejores condiciones laborales y personales, muy relacionado con el cambio del sistema productivo visto en el punto anterior.
En el caso de Vegaviana, se aprecia cómo esta falta de oportunidades laborales tiene relación con el vaciamiento del casco primitivo de cualquier uso ajeno al residencial, reduciéndose a un par de zonas el espacio destinado a otros usos productivos. Lo que implica que la población de Vegaviana tenga que desplazarse a los grandes municipios de la zona, tales como Moraleja, Coria, Plasencia o Cáceres para poder desarrollar su vida profesional; así como para satisfacer la escasez de servicios asistenciales, de comercio o formación, entre otros.
En el poblado de Belvis del Jarama, la población que ha perdido a lo largo del tiempo no supera a la mitad del número de residentes originales, en parte por la reducción de la tasa de natalidad y no tanto por el éxodo rural. Esto se debe a la proximidad con la ciudad de Madrid, convirtiéndose Paracuellos del Jarama en un municipio satélite con un mejor acceso a la vivienda, situación que no se da en el caso de Vegaviana, al encontrarse en la ‘España vacía’ sin ningún núcleo de población próximo de gran relevancia que actué como nodo.
El caso de El Realengo es muy similar a Vegaviana, perdiendo una cuarta parte de la población original del Poblado como consecuencia del descendimiento de la natalidad y el éxodo de la población joven a municipios de mayor dimensión, tales como Alicante, Elche, Torrevieja o la Orihuela, entre otros.
Con estos ejemplos se observa como la arquitectura simplemente es un soporte para habitar que no puede revertir el éxodo rural. Estos tres ejemplos de José Luis Fernández del Amo, considerados obras de autor con una gran sensibilidad e integración en su contexto, no han evitado revertir el despoblamiento de las regiones donde se integran y en muchos de los casos, estos poblados empiezan a ‘musealizarse’ a través de las normativas evitando o revirtiendo cualquier evolución espontánea que permita una mayor flexibilidad de la economía rural.
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5. CONCLUSIONES
Esta investigación, que pretende discernir el papel que la arquitectura toma como herramienta para evitar o revertir el éxodo rural, muestra que la arquitectura no es un fin en sí mismo, sino un instrumento que si se complementa con las medidas oportunas puede tener éxito.
Pero se observa que en los poblados de colonización analizados, las edificaciones, pese a su calidad arquitectónica, no consiguieron mantener en el tiempo el objetivo principal, es decir, satisfacer las necesidades mínimas de sustento de la población.
Como se ha comprobado en el cuarto punto del análisis –El éxodo rural– los Poblados de Colonización de José Luis Fernández del Amo analizados destacan como soportes para el habitar caracterizados por una gran sensibilidad e integración en su contexto, pero no han logrado conseguir o mantener en el tiempo el objetivo por el cual nacieron. Por lo general, están viviendo un proceso de conservación y restauración, llegando a casos de musealización –como en el poblado de Vegaviana– que controlan cualquier tipo de modificación que pueda alterar la imagen original y que evitan una flexibilización, ya no solo de las edificaciones, sino del tejido productivo o social de los poblados.
En relación con la normativa, gran parte de la investigación ha girado en torno al análisis de las normas urbanísticas que rigen los poblados, pues son en ellas donde se observa la importancia patrimonial, arquitectónica o cultural de dichas localidades. Además, a través de ellas discernimos porqué el Poblado de Vegaviana es uno de los que menos se ha modificado a lo largo del tiempo, o por lo menos su imagen exterior.
Se observa pues, como a través de una normativa se puede conseguir distintos grados de alteraciones temporales. Cuanto mayor son las restricciones o más sensibilidad tiene la normativa, mayor es la conservación del poblado, como puede ser el caso de Vegaviana; pero cuando las normativas son más permisivas y menos valor le da a las construcciones existentes, estas se distorsionan a lo largo del tiempo, perdiendo su unidad e imagen global. Es aquí cuando vemos que la arquitectura no se mantiene por su autor o calidad arquitectónica sino por una normativa acorde a la excepcionalidad de la obra.
Sin duda, destaca el valor que las fotografías de época –sobre todo las elaboradas por Joaquín del Palacios, Kindel– tienen en la redacción de las normativas y en la prevalencia de la imagen global de los poblados, muy arraigada al imaginario colectivo, gracias a las publicaciones que a lo largo del tiempo recogían dichos proyectos: como el de Vegaviana, recogido en la Revista Nacional de Arquitectura o en el NO-DO nº847, así como en la publicación más reciente ‘Habitar el agua’.
También, en los poblados analizados muestran como se han adaptados a las nuevas necesidades actuales, como por ejemplo a la entrada del coche en la vida o el cambio de las unidades familiares –cada vez con menos miembros pero con más demanda de espacios amplios para el desarrollo personal–, y otra vez se observa cómo desde la normativa se establece un mayor respeto hacia las construcciones existentes, así como los parámetros que deben seguir las nuevas edificaciones para integrarse en los poblados con cierto valor arquitectónico.
Por lo tanto, vemos como la arquitectura, pese a su valor arquitectónico, por sí solo no consigue ni evitar ni revertir el éxodo rural; o el mantener el estado original de las construcciones si no es a través de otras herramientas.
Para el primer caso, en el contexto actual y tras la gran inyección de capital que se efectuará mediante los fondos europeos, hay que observar las medidas contra la pérdida de población y la despoblación, que van desde la deslocalización de sedes e instituciones de las grandes ciudades para extenderlas por todo el territorio; a la mejora de las infraestructuras y servicios en las zonas rurales para permitir el teletrabajo e incentivar el desarrollo personal y profesional, así como la mejora de las conexiones territoriales, todo englobado en medidas que incentiven la innovación y la sostenibilidad.
La segunda herramienta que complementa a la arquitectura es una normativa que fomente, desde las instituciones y administraciones, el desarrollo rural, pues es necesario asumir que desde únicamente la práctica arquitectónica no es posible afrontar los restos sociales y económicos de la España vacía.
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